Parpadeas
y ya estás otra vez dentro del círculo
del eterno retorno
sin regreso
Reinician los zapatos
por inercia el camino a
la rutina
de los días carentes de sorpresas
en donde el hoy
pudiera intercambiarse
con un mañana semejante en todo
a un
ayer recurrente.
Los bolsillos
no dan a basto para tanta
deuda
que vas acumulando,
más que nada
a ti mismo te
debes, al empréstito
de la férrea promesa que te hiciste
de
intentar ser feliz .
Pero ya llegas tarde
- aunque no
estás segura de hacia donde-
y hay huelga en esa línea de
autobuses
que lleva a la esperanza ,
y empieza a chispear y
como de costumbre
tú vas sin chubasquero
y es un lujo
perder tiempo en llorar.
Menos mal que aún queda en pie la
firmeza
de un pilar que resulta inamovible.
El de
regodearnos
en la autocomplacencia compulsiva
de darnos cada día el mínimo consuelo
de un pequeño capricho.
Siempre
nos quedará,
por suerte,
El Corte Inglés.
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