¿Un taller de palabras?
¿ Dónde ? ¿ Cuándo?
Maletilla que soy
me lanzo al ruedo
sin buscar otro triunfo transitorio
ni
temer otro daño más durable
que algún buen revolcón.
Y
traigo ya curtida
la piel de tanto envite y los oídos ,
gracias
a dios y al tiempo algo atorados
por tanto irrepetible guirigay
¿Música dices?
Suenan los clarines
y siempre me
estremezco ,sangre y saña
evocan los sonidos y a la tarde
que
destila tristeza y va muriendo
mientras deja detrás muertes
secretas
no lloradas,
sin duelo
sin memoria
mientras
los otros ríen
y acopian indolencia y acomodo
y fingen
ignorarlo.
Pero si es ese el juego,que no cese
por mí el
ritmo, me avengo a la propuesta
de La Traviata, alzad alto las
copas
repletas de bemoles y brindemos
por la fugacidad.
Pero el azul, ni hablar, que al cielo hace ya tiempo
lo
exoneré de hacerme más de patria
y el mar es tan hermoso que
quisiera
guardármelo en los ojos sin un roce.
De
vino y de crepúsculo
me cuadra a mi vestirme
grana y
oro,
disfrazándome el miedo enmudecido
que busca callejones
sin salida
para volverse llanto.
De grana y oro...,
pero yo me elijo
verde y plata
y
repujada en Luna y alamares
que para eso tengo libertad.
Y ya puestos así, vamos de fiesta
de palabra en palabra
de por vida
hasta que se nos caigan los pedazos
del alma por
los dedos o nos reintegre
algún verbo al toril.
Y a todo
ésto...ahora que lo pienso
¿ Para qué coño sirve
un
taller de palabras...?
Supongo que será para contarse...
Pero
luego resulta
que cada quien se cuenta como puede,
le va la
vida en ello,y casi siempre
más mal que bien,se cuenta a su
pesar.
A veces no hay excusas
Las
ingles de Allfonsina...
o el falo de Rimbaud vienen al mismo
cuento de la demencia con aplomo,
del discurso disperso que
nos sirve
para escapar del círculo letal
del camino
aprendido en que adolecen
de frío las estrellas que quisiste
encender en tu aliento cierto día.
O el pubis
de
Baudelaire y el codo de Neruda,
o la lengua en adobo de
excelencia
de Gabriela Mistral...
todo son viejos fósiles,
que acaso
hagan Historia escrita con mayúsculas,
pero nunca
te alcanzan
para escribir la tuya, la que importa.
Porque
ellos
ya tocaron el cielo con su escala
de letras musicales
Y para tí
aquí y ahora, al fin te has dado cuenta,
las
escaleras tienen el empeño
de llevar siempre abajo.
Es
un dolor inútil
bucear sin
careta a herida abierta
en los pozos más negros de la hondura.
Es preferible perecer ahogado
respirando a placer futilidad.
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