Seducís a las damas con finura,
zapatos de tacón de tafilete,
por mucho que la horma les apriete
hasta hacer imposible su andadura.
Exquisito instrumento de tortura
de sufridoras natas, que promete
propiciar el incordio de un juanete
o al menos una buena torcedura.
Hoy sois mi frustración, qué más quisiera,
que poder pasearos por la acera,
aunque tal postureo me maltrate.
Pero es que ya me duelen las rodillas,
y voy tan a gustito zapatillas...
Quedad con Dios en vuestro escaparate.
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