Es medianoche, hora fronteriza
entre un hoy que ya va de retirada
y un mañana que tiende su emboscada
a tu viva materia quebradiza.
En la penumbra flota una huidiza
sensación de que no sirve de nada
la resistencia tan empecinada
cuando la poquedad se interioriza.
Todo tu cuerpo pide un armisticio
y claudica tu alma ante el trasiego
de unos días de plomo vitalicio.
Rezas pidiendo al cielo el beneficio
del sueño y su regalo de sosiego.
Que puse el alba el botón reinicio .
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