Vislumbrar
tras de cada floritura
de
la luz una nueva puñalada,
sospechar
tras la tibia bocanada
de
la brisa que el aire se conjura.
Presumir
que la alegre la partitura
del
ave disimula una velada
elegía
en honor de la extraviada
mujer
que es carne ya de sepultura.
Pudiera,
arrebatada en negro y rojo,
ser
la existencia extrema en la que vivo
inspiración
atroz de un aguafuerte
Es
este no morir mientras despojo
a
la vida de todo su atractivo
el
anticipo mismo de la muerte
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