A ti y
a mí nos van las emociones
de
cierta intensidad y nos embriaga
el roce
que consigue hacerse llaga
por un
exceso de revoluciones.
Quién
no quiere encender constelaciones
en el
chisporroteo de la vaga
huella
de luz que queda tras la aliaga
de la
palabra y sus depredaciones.
Aquí
tienes mi carne, galanura
de
pétalo que sangra, te la ofrezco
hágase
, pues , en mí tu rozadura...
Espero
que , en idéntica medida
y en
atención al pago que merezco
tú me
entregues la tuya desvalida...
No
temas nada, ya veré algún modo
de
buscarle en mi pecho un acomodo.
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