Sobre
mi piel, rocío, se me perla el sudor
y otra
humedad más lúbrica va empapando a la rosa
que se
rinde y se deja llevar por el deseo
de
abrirse a disfrutar los favores del clima.
Toda tu
voz el aria de un mirlo entre naranjos
todo tu
aliento un suave frescor de amaneceres
todo tu
olor señuelo de néctares de dioses
todo tú
una presencia vital e imprescindible.
Lo
átomos del aire se quieren hacer lumbre
y la
luz apetito por desvirgar lo frágil
Ahora
no me dejes,y cumple tu promesa
Hasta
que que no haya un pétalo de mí que no esté ahíto
de ti
y en ti vencida a la dulce embriaguez
de ser
fuego y ceniza de amor sin marchitarme
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