Pensaba
que jamás yo nunca lograría
exprimirle
al recuerdo esa emoción vibrante
que lo
graba en nosotros con rigor semejante
a una
fotografía.
Atrapar
el instante
y hacer
en la memoria una litografía
con
todos sus detalles es una nadería,
lo que
cuesta es captar su esencia penetrante.
Menos
mal que tenía, el amor, ese fuego
invisible
que todos los rincones inunda
con su
desasosiego.
Hoy
bendigo su herida,
ha
dejado en el alma cicatriz tan profunda
que el
placer y la dicha que la causó no olvida.
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