¿De
qué modo he de ahogar los manantiales
oscuros
que me brotan a deshora
en los
que inútilmente se acalora
la
carne hecha de barro y aguasales?
¿Quién
me puede espulgar la zarzamora,
ansiosa
por trepar por pedernales?
¿Quién
puede decorarme los nidales
donde
nace el helor con tul y aurora?
Todo mi
mundo gira en tornasoles
alrededor
de un tiempo detenido
en las
postrimerías de un adviento.
Busco
un rastro de luz de caracoles
sobre
este víacrucis sin sentido
con que
engañar el pálpito irredento.
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