lunes, 17 de diciembre de 2018

Derecho elemental



He contado hasta diez...

Y hasta cincuenta

Y hasta cincuenta mil cincuenta veces.

Y como , aunque los números no acaban,
no es tan infinita mi paciencia,
ya está llegando al límite.

Creo que me he ganado
mi humano derecho a rebelarme.

A exigir lo que es justo,
alguna vez me tiene que tocar
bailar con el más guapo,
comerme algún bombón
distinto al de café,
que no lleguen heladas
que malogren mis lilas en Abril
que no se desmoronen
mis castillos de naipes.

No es que sirva de mucho,
lo más frecuente es
hablar para los sordos y en medio del desierto,
que no te escuche nadie.

Pero de menos sirve
ser la más abnegada,
comedida, virtuosa y servicial,
la más prudente,
y vivir cosechando
desde Enero a Diciembre indiferencia
y condenada a ser imagen viva
de invisibilidad.

Pues que se entere el mundo,
ya no puedo ni quiero reprimirme,
numerando a destajo frustraciones y rabias,
ahora me ha llegado
el tiempo de gritar
hasta quedarme afónica.

Hasta escupir aquello
que me atormenta el pecho y atora mi garganta
desde hace demasiado.

Lo siento por el aire
que llegará al oído
saturado de sapos y culebras
y quizás eche en falta
aquel uno, dos, tres,
diez, quince, veinte...
...treinta mil...
bien capaz de anestesiarlo.

Pero es que soy un ser que vive , siente
y tiene sangre y bilis...

Y hoy por hoy, contar,
ya he contado bastante...








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