domingo, 16 de diciembre de 2018

Madre Tierra



Acaricio la hierba con la mano
y me lavo los pies con el rocío;
el cáliz de los lirios no profano
aunque pruebe su néctar dulce y frío.

Me peina el viento suavemente el pelo,
me alegra el grillo con su serenata,
me arropa con cuidado el mismo cielo
con su chal negro de satén y plata.

Me cuenta un cuento la vetusta hiedra,
la misma historia que con voz silente
más de mil veces le contó la piedra.

El sueño sobre mí su cerco cierra
y me duermo tranquila y dulcemente
entre los brazos de mi Madre Tierra



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