El barro es frágil.
Pero a pesar de eso, en cuántas ocasiones
le puede la soberbia
Y es tanto más culpable
cuando conoce bien
que solamente es polvo peregrino
– qué importa si es de estrellas-
amasado con lágrimas.
Qué pronto que lo olvida
el que se cree cántaro
al que no falta el agua de una fuente,
jarrón en que las rosas de cada primavera
alegran los salones,
ocarina,
de vientre destinado
a que lo preñe el aire de esa música
inspirada y perfecta...
Andar así,
subido en unas ínsulas que son tan quebradizas,
hollando,
sin mirar si le duele,
lo gris y lo pequeño ,
lo humilde, lo sencillo...
no es la mejor política, cuando es el viaje largo
y la senda azarosa,
Porque luego, temprano antes que tarde,
la vida siempre pone
las cosas en su sitio
Nunca te olvides , piedra, del pie que te pisó.
No le tengas piedad cuando la llaga
certifique en su planta la derrota.
Y todavía tenga por delante
- así expían los hombres su arrogancia-
cien leguas de camino.
Y sea cuesta arriba.
Y lleve, a esas alturas,
su cruz pesada a cuestas.
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