miércoles, 24 de mayo de 2017

Blancas soñé las lilas



I

Qué estúpido es pensar  que las garras no pueden
 con la gracia sedosa de las alas
o no vence el invierno
la ilusa rebelión de las palomas.

Blancas soñé las lilas
y suave su perfume
y sonriente,
y sosegado y cálido el aliento
de las últimas horas de la tarde .

Y cuando quise darme cuenta sustentaba
nieve y noche y rigor entre las manos

II
Fue Abril y su esplendor, sin condiciones,
rindiéndose a la rija de Diciembre.

Ya no dan para más
sobre el azul las nubes plañideras,
sólo regalan sal a la osadía
de ser de los jazmines.

Preñadas de grisura
suelen llegar ahora, vaticinan
que puede ser peor,
que hay una piedra
para cada cristal, un desconsuelo
para cada garganta .
Así no habrá manera de que cundan
cantos que emulan trinos sin ser pájaro.

Ya no sé
ni para qué respiro,
ni para quién desgrano verso a golpe
mi letanía infame de derrotas.

III
Todos sabéis con cuanto desparpajo
tantas veces la vida nos revela
su don oculto y signa con su magia
la piel del alma inesperadamente

Mientras muere sin prisa, derramando hermosura,
cualquier día benigno
y un fulgor en el cielo trae noticia
de que un mundo se extingue
o que otra estrella aflora…

A veces,
sólo a veces ,
ocurre que padezco como propia
la indefensión de todo lo posible
mordiéndome la carne.

Y aunque saber no sé para qué sirve
la atroz incoherencia que supone
el que el dolor se aúne con lo vivo
si me conmuevo
y sangro
y un dios menor se apiada,
por un instante breve lo presiento.

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