Yo no
pedí que un vaho de azucenas
me
envolviese al andar, ni que sonriente
lo
proclamase el día en un torrente
de mil
enhorabuenas.
Tampoco
tú pediste que sirenas
cantasen
en tu voz fosfosrescente
un vals
azul , tentando al subsconsciente
a
ahogarse entre verbenas.
Fue
solo un accidente.
Un
aroma, un sonido, un roce escueto
que
trastocó el pulso en nuestras venas.
Después
siguió la vida su corriente...
...solo
da fe de aquello que más pesado y prieto
cargamos
desde entonces el fardo de las penas
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