domingo, 20 de noviembre de 2022

Volcánica

 

La prudencia,

si es siempre aconsejable,

aún lo es mucho más para el que suele

contarse verso a verso,

asumirse poeta, retratando

su ser y su sentir más personal

usando la palabra.


Me propuse

decir lo imprescindible,

que hace Sol, que el frío

me cerca el corazón,

y que lo ahuyento

cantando a voz en grito añejas melodías

con voz desafinada.


Las generalidades de rigor

con su virtud abstracta de decir sin decir,

cualquier futilidad intrascendente,

todo sirve con tal de enmascarar

la confusión,

las dudas,

los temores

los peajes humanos,

todo aquello

que nace de la entraña y que se incrusta

como astilla en mitad de la garganta.


Luego está lo que lo que arde,

el desamor,

la ausencia, el desamparo,

la traición,

la amargura

la nostalgia...


No puedo callar más, sobre la lengua

la vida me rebulle como un ascua.


Hoy el poema quiere hacerse grito,

para contar con qué fiereza siente

la quemazón mi alma.


Y yo he de ahogarlo...

una noche más,

solo la Luna asistirá, silente,

al húmedo espectáculo de la eclosión volcánica

de todas mis tristezas.


Luego se hará la calma.


Qué silencio

tan clamoroso puede llegar a haber

helando el aire de las madrugadas.

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