viernes, 7 de octubre de 2022

Pan, ceguera y fantasía (Acto de fe)



 

De nuevo un día más que se termina

sin nada que contar interesante.


Solo este prodigio

de que a pesar del lastre que suponen

unos ojos escépticos

haya podido aún ver la belleza

en las pequeñas cosas.


Solo este misterio

de que, a pesar de que en el alma pesen

las muchas decepciones,

todavía mantenga la confianza

en que amanecerá mañana un nuevo día

con su sorpresa,

con sus interrogantes.


Solo este milagro

de constatar el que la vida es

un gran acto de fe.


Quiero creer que nunca han de faltarme

la inspiración, la voz,

el humor, la sonrisa,

el gusto por lo nuevo,

el hambre de saber...

*****

Siempre he tenido pan

y me sobra ceguera y fantasía

para seguir huyendo hacia adelante.


Pero me falta amor.


Igual que a casi todos.


Porque aunque sea gratis,

muy pocos lo regalan,


Porque por mucho amor, nunca es bastante.


Pero mientras que queda

un aliento,

un latido,

un parpadeo,

pervive la esperanza .


Quien sabe si mañana habrá más suerte.


Acaso se alineen los planetas

mañana,

Dios mediante.



Cantar


 

Quién tuviera el decir risueño y claro

del agua, que discurre placentera

mientras besa despacio la ribera

y requiebra a los juncos sin reparo


O al menos ese lírico descaro

que derrocha la alondra mañanera

al celebrar la grata luz primera

con la que el Sol nos viene a dar su amparo.


El cantar más hermoso, nunca oído,

quisiera componer, como alabanza

a tantos dones que nos da la vida.


Pero el temblor escuálido y roído

que hoy es mi voz, apenas si me alcanza

para poder mostrame agradecida.

jueves, 6 de octubre de 2022

Novelerías.



Un cielo encapotado.

Un día triste

en que sobre el cristal la lluvia va escribiendo

lacrimosos mensajes jeroglíficos,

que solamente auguran angor sobrevolando

sobre otra noche insomne.


Unos ojos que apenas si consiguen

encontrar un lugar  donde posarse,

sin quedar impregnados fatalmente

del invisible polvo de tristeza

que todo lo inficiona.


Tabla de salvación,

sin hierro ni peaje a la que asirse,

 parece el anaquel, cuántas historias

como pudieron ser, encapsuladas

y a salvo eternamente,

reposan sobre él .


Novelerías

que se dejan leer y nos evaden,

en las que casi siempre

- llevando la contraria a la costumbre-

termina todo bien.


Es pura inercia

lo que mueve mi mano, siento cómo me llaman

irresistiblemente.


O acaso es la cordura

que nos dicta el instinto

de huir de todo aquello que nos daña.


Hoy prefiero vivir imaginando

los gozos y las sombras,

las pasiones

de la vida de otros.


Y así no tener tiempo

para llorar mi vida.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Fruto compasivo


 

Quién pudiera volver, aunque fuese en un sueño

hasta el mundo de ayer, en el que aún podía

degustar ese fruto fugaz de la alegría

que solo está a tu alcance cuando eres pequeño.


Acaso es que no puse el suficiente empeño

en levantar un muro donde su lozanía

se mantuviese a salvo de la cortante y fría

vaharada que trae tanto viento norteño.


Porque la vida pasa y no encuentras manera

de engañar al infierno para hacer con su alianza

que ubérrima y eterna sea la primavera.


Nos quedan los recuerdos, el dulce lenitivo

capaz de hacer que vaya granando la añoranza,

que es en los otoños el fruto compasivo.

Cercanía

 


Desde la lejanía

se ve todo más claro.


Se van difuminando los perfiles

seguros y afilados de las cosas

y pierde su atractivo la belleza

que brota o se marchita

al obligado ritmo estacional

o al más aleatorio

que marca su adeene.


Hasta que solamente importa aquello

que decide entrar a formar parte

de tu mundo tangible, sensitivo

que invoca cercanía,

que en los ojos

te clava su mirada,

que tu instinto

presiente imprescindible.


Y solo se ve al hombre.


Al hombre y su perfil más entrañable,

allí dónde al desnudo manifiesta

el rostro verdadero

de su fragilidad.


Aquel al que te acerca sin tapujos

tu propia desnudez.


Aquel que te seduce.


Y te hace descubrirte

vulnerable y expuesto.


Herido.


Y tan humano.