No
cesa.
Este dolor no cesa.
Después
de disolverse
a
la llamada de la luz la niebla
en
vapores traslúcidos,
de
nuevo se condensan
en
el cielo los negro nubarrones,
presagios
de tormentas.
Este
volcar el asco por la boca
no
mengua.
Después
de vaciarse
de
palabras biliosas
la
náusea sigue intacta.
No
tiene nunca fin
-no recuerdo si tuvo algún principio-
-no recuerdo si tuvo algún principio-
este
confuso oficio de tinieblas.
Un
instante de luz
arrancado
a la carne consumida,
que
arde y llora a la vez
lo
mismo que una vela,
y
luego el fulgor negro,
en
su impudicia lacerante y diáfana,
regresa.
Pasa
la nube,
el
Sol sale de nuevo
se
olvidan las palabras,
los
gestos, los motivos,
se
acaba transformando la materia
y
hasta la esencia misma de las cosas...
...la
vida se disipa.
Pero
el dolor,
difuso
, agotador , omnipresente
por
el largo rosario de las pérdidas
que
hemos ido dejando en el camino,
no
cesa.