En
esa hora mágica
en
que la algarabía enervante de plumas
con
que vuelven los pájaros al refugio del nido
se
hace dueña del aire
y
la luz se adormece,
en
los pechos se instalan,
sigilosas,
las
sombras.
Todo
lo vivo busca
un
lugar sin fisuras donde pueda sentirse
al
abrigo de todo
Yo
también necesito descansar a recaudo
de
los sordos rumores que la noche repujan
de
presagios oscuros.
Yo
también necesito
un
calor que me salve
de
enfrentarme desnuda al acoso del miedo .
Unos
brazos seguros,
unas
manos que quieran
ir
sembrando caricias,
unos
ojos que sepan derramarse en ternura
mientras
van definiendo los contornos de un mundo
en
que el color existe,
donde
toda aspereza,
al
ver a dos absortos en sus revelaciones
desiste
de hostigarlos.
Yo
también necesito
acunar
la esperanza.
Inventarme
películas,
convertir
esta hora de completa en que triunfa
la
aprensión del eclipse
en
mi tiempo de vísperas de quién sabe qué asombro.
Ignorar
que los cuervos
ya
me velan las vísceras,
apretar
bien los párpados
hasta ver que me bullen technicolores dentro.
Y olvidar mis reservas.
Y dormirme soñando que no es necio soñar.