Un cristal.
Inflexible por fuerza
y a la vez
delicado, impetuoso, sensitivo...
A punto de quebrarse,
a expensas de un requiebro de la brisa.
Un universo mínimo
-o no-
sin más cautela,
pueril y ensimismado
en la crepitación de sus fractales.
Cesa ya, mariposa, en tu aleteo.