Hablaban y hablaban mientras la cena acababa por quedarse fría en los platos, como
ocurría siempre en aquellas reuniones de antiguos alumnos que
anualmente les servían de excusa para repetir gastadas anécdotas
:
-!Cuánto hacía rabiar Bargas al padre
Agustín escondiéndole la casulla!.- solía recordar Luján
-Y lo que se enfadaba el prior en mitad de la comunión cuando se bebía el vinagre que le habíamos puesto Robledo y yo en lugar del vino de misa- decía Martínez.
- Sí, pero a ti y a mí nos daba igual, que ya estábamos bastante alegres.... no estaba rico el vinillo ni ná.- solía contestar el aludido
- Pues anda , que Quiñones ...¿ os acordáis cómo sacaba de quicio al padre Serafín.? - apuntaba una voz .
-! Mira que cantar flamenco en el coro!- respondían varias al unísono.
- !Vaya "quiñones".!.-coreaban todos entre carcajadas
Así , entre risa y broma, acababan
convenciéndose de que aquella fue la mejor época de su vida.
Hasta que este año, a la hora del café y el carajillo, alguien dijo :
_¿ Habéis oído lo del padre Benito?
Anda de juicios . Algo sobre unos menores.
Eduardo Beltrán, oportuno como siempre , rompió un silencio que
amenazaba con volverse incómodo.
-A ver..., !mirad aquí! .
En la foto que todos recibieron puntualmente en sus casas para conmemorar la reunión había un nosequé que la hacía diferente a las de otras ocasiones: en ella nadie sonreía. Parecía que sobre todos ellos planeaba una sombra. Que una duda inquietante, una especie de aprensión difusa,dominaba toda la escena .