jueves, 12 de julio de 2018

Cicatrices



Una música,
-antigua y bien sabida-
llegando desde lejos,
una noche,
de insultante belleza.

Un deslumbrante cielo de verano
del que a ratos pretenden escaparse
estrellas diminutas,
un turbador aroma a jazmines ,
el leve gesto cómplice
de dos adolescentes, que denota
que están enamorados.

Un calofrío interno...

Como una cicatriz que se remueve
y vuelve a molestar ante el atisbo
de algún cambio de tiempo
así se me rebulle ante el menor estímulo
cualquier vieja emoción ,
que creía olvidada y a recaudo
en mi arrinconado y herrumbroso
baúl de los recuerdos.

Todas traen prendidos
las sílabas de un nombre,
la sombra de una imagen,
el eco persuasivo
de una voz,
de un acento.

Será que han sido tantos los detalles,
y tantos los momentos compartidos
-más o menos felices -
que debo de tenerlo muy repleto
y ansiando desbordarse.

Será que siempre cierran
en falso las heridas
del amor...

Que no importa
que un corazón esté cosido a cicatrices,
seguro que halla un hueco
indemne que ofrecer al sacrificio
en aras de apostar por la quimérica,
renacida ilusión.

Total, quién notará
en ese mapa dolorido en Braille
que es ya la memoria
que haya una costura más o menos.

Solo la brisa sabe
en las noches preñadas de Luna y soledad
de su estremecimiento.