jueves, 29 de diciembre de 2022

Proyecciones



Tacto a veces de niebla, a veces como el duro

del guijarro certero que te impacta en la frente

puede ser la palabra con que caricaturo

a diario mi presente.


Impregnada en cianuro,

o dejando en tus labios un sabor de aguardiente

lo que importa es que sepa servir como conjuro

de las mil desazones que el espíritu siente.


Filigranas de encaje

o marañas que atrapan con su argucia arabesca

el  fulgor de la idea y exprimen su carisma .


Pluma sobre un celaje

rojizo y decadente y esa sombra chinesca

que a la luz del ocaso proyecto de mí misma.

domingo, 25 de diciembre de 2022

Los misterios de El Misterio


 

Tiene su río ¿de papel de plata?

en dónde beben peces invisibles

y un prado de ¿serrín? con imposibles

corderos todos cojos de una pata??.


Cada montaña es un desatino

de escayola¿? y harina¿?, en las palmeras

hay ¿ nieve de algodón?, las lavanderas

se empeñan en tender ¿sobre el espino?.


Purpurina y “ glamour”, resplandeciente,

la enorme estrella guía al descarriado

camellero que viene desde Oriente.


Bajo un portal de ¿corcho? !y destapado!!!!

muestra una madre- niña a un sonriente

bebé que nunca pilla un constipado???.


Y el misterio mayor… ¡Cuánta ternura

en su desvalimiento concita esa criatura!

Sin excepción


Siento la escorrentía del tiempo entre los dedos

como el ardor furioso de una escocedura

en las profundidades del alma, que apresura

el latido en el pecho y despierta sus miedos.


Después de patearme tanta ruta insegura,

del error a la pérdida, a base de denuedos,

ahora, que ya casi soy dueña de mis credos,

es muy triste pensar que acaba la aventura


Con la voz sin tapujos que obsequia la experiencia,

a los gritos proclamo que me falta otra vida

-o dos- para que pueda considerar cumplida

alguna de las metas que animan mi existencia.


Pero por mí excepciones no hará la Providencia,

mejor es ir pensando alguna despedida...

 

lunes, 19 de diciembre de 2022

Sombra y ceniza






 

Un día, yo también seré de sombra

y levedad, un poso de ceniza

escondida debajo de la alfombra

de la memoria, siempre olvidadiza.


Y, con suerte, el temblor que galvaniza

recuerdos, cuyo empuje desescombra

una imagen antigua y repentiza

un gesto amable el labio que la nombra.


Un aroma de lilas, atrapado

por capricho de algún hado clemente

en las hojas de un libro abandonado.


Y el rumor de esa música, encarnada

en el alma de un verso vehemente,

capaz de humedecer una mirada.




domingo, 18 de diciembre de 2022

Tempestades adentro.


 

Mañanas de apatía.

Tardes sin ilusión,

noches sin sueño.


Naufragios que se fraguan

sobre la trama endeble de un papel en blanco

en infinitas horas desvelo.


Palabras que pretenden

atravesar océanos de soledad, buscando

un ojo, un oído,

un corazón atento.


Pero están tan lejanas las orillas

de tanta isla humana...


Sus playas son desiertos atestados

de mensajes metidos en botellas.


No sé ni para quién

  • a no ser para mí-

me empeño en escribir tan compulsivamente

sobre mis emociones.


Otra excarcelación,

a base de suspiros y exabruptos

del dolor de vivir.


Otro poema más,

que se irá disipando, con rumbo hacia el olvido,

tempestades adentro.


Consuelo


 

Ahora, que se ciernen

sobre mí los colores

sangrientos del crepúsculo,

que sus sombras me cercan como cuervos hambrientos

y ya no tengo el ánimo para inventar canciones

con las que dispersarlos,

ahora, solo ahora,

es cuando al fin comprendo

el tiempo que he perdido,

pretendiendo imposibles,

fabulando entelequias,

persiguiendo señuelos de color arcoíris

por celajes ajenos.


Lo sé,

ya no se puede

reescribir el pasado

y para nada sirven los lamentos.


Incluso procurar que el sabor corrosivo

que mascar la derrota va dejando en tus labios

no te acabe agostando la sonrisa,

a base de silbar blues melancólicos

y de beber cazalla,

se queda únicamente en un intento.


Menos mal que, a ratos, aún me llega a mí

para abordar sin culpa ni vergüenza

esta especie de extraño

desvarío poético.


En mitad de mi noche solitaria,

afilando a conciencia un destello de Luna

sobre los pedernales de un cuero encallecido,

el alma sensitiva

horado

y, gota a gota,

dejo manar mis versos.


No diré que no duele...

pero siento en sus letras palpitantes

que sigo estando viva.


Y que aunque sea triste

y deprimente

y mísero...

esta sangría es mi único consuelo.

La violencia del labio


 

¿ Y qué necesidad

hay nombrar las cosas?


Podemos poseerlas

con los los ojos,

y exprimir sus deleites

con la mente.


Vedarse la osadía

de otorgarse el derecho de atrapar

su realidad compleja y violentarla

al reducirla a lo que dice el labio.


Permitamos que sean solamente

milagros asequibles que están para servirnos.


Cotidianos misterios,

 que solo a los que saben respetar su virtud

 descubren sus esencias  .

sábado, 17 de diciembre de 2022

Voces

 


Cantan,

dentro de mí,

de siempre cantan

una legión de pájaros silvestres

melodías torcaces.


Los de ayer entonaban

las canciones alegres y entrañables

que sobre el aire flotan

en los días de Sol.


Los de hoy son un coro

de trinos asustados,

tratando de escapar en desbandada

- desde el presidio de su pajarera

hacia ninguna parte-

de las penumbras sólidas que anuncia

el velo neblinoso de la tarde.


Escuchar su confusa algarabía

resulta enajenante


¿Dónde hay que firmar para que llegue

el silencio por por fin a liberarme?


Para que el horizonte se convierta

en un lugar amable

inundado de luz.


A ver si es cierto eso

de que cuando su hechizo

me deslumbre y me atrape

como a una polilla,

de nuevo puedo ver en su halo la imagen

de los rostros amados.


Y escuchar el sonido de su voz añorada

aunque sea un instante.


martes, 6 de diciembre de 2022

Sentires


Siento

que no debo sentir.


Que no es nada sensato

deleitarme con tanta insinuación

como me ofrece el Sol y su caricia

sobre mi piel, el aria

que me regala el pájaro,

el frescor de la hierba,

la flor, la nube, el río...


De dejarme llevar por el placer

de un oído que arde

si está junto a una boca,

bebiendo las palabras que destilan

unos labios ardientes.


De poder entregarme

un instante al recreo.


De soñar la locura

de esos cielos azules,

sin más sombra que un ala en libertad

que vuela tras la estela

gozosa de otra ala.


Siento

que no debo sentir

y dejar que se incruste la ilusión tan adentro,

allí donde arrancarla

es imposible.

Y duele.


Siento

lo que debo sentir,

la desazón de huesos y el olor a esa lluvia

que suele malograr los espejismos.

 

Ceguera


 

Después de tanto andar

en busca de un atisbo

de luz,

sentirse a oscuras...


Y en ascuas.


Soportando

la mortificación por seguir preguntándose

si habrán sido los pies en su errar los que hicieron

tan errado el camino

o habrá sido el trazado tortuoso de la senda

el que torció tus pasos.


¿ Y hasta dónde la suerte?

¿ Hasta dónde tu empeño

de doblegar su brazo?


Lo mismo que vilanos, que en el aire

desbaratan los dedos de la brisa,

flotan las dudas.


Ciertas

no lo son ni tus huellas más patentes,

esos versos parduzcos

grabados sobre el barro.


La lluvia del olvido

no gasta miramientos.


Después de tantas millas,

tantas lágrimas

y tanto ahínco en el ensayo error,

todavía no sé a dónde voy

ni de dónde provengo.


Definitivamente

andar a tu albedrío, en libertad,

no es el ejercicio

más apto para ciegos.

domingo, 4 de diciembre de 2022

Sin remedio



Nunca sé bien por qué razón trastea

dentro de mí un runrún que se traviste

con pretensiones de llegar a idea

y juega con mi lógica al despiste.


Quiere martirizarme y se resiste

a dejarse atrapar, revolotea

igual que un moscardón y tanto insiste

que tengo ya una buena cefalea.


No hay remedio...de forma compulsiva

persigo esa intuición que le rezuma

a una frágil coraza sensitiva.


Sabe que no le sirve serme esquiva,

si la tengo en la punta de la pluma...

! Y no pienso rendirme mientras viva!

 

jueves, 1 de diciembre de 2022

Agridulce


 

Deshojar margaritas,

componer melodías inspiradas

por el chirrido agraz de la carrucha

cuando sacaba el agua,

perseguir caracoles

y ver crecer las sombras en las tapias,

era todo el quehacer de aquellas tardes

de holganza ingenua, tedio

y bienaventuranza.


Porque el aire llevaba entre sus pliegues

suspiros de lavandas,

los huesos no dolían

ni en el pecho

las ausencias pesaban.


Un rincón al resguardo de los vientos

donde dormir la siestas, respirando

el sosiego perfecto que emanaba

un perro acurrucado junto a ti.


Entonces no lo supe,

pero esa molicie,

esa tibieza

y esa compañía regaladas

eran el rostro auténtico

de la felicidad.


Después ha sido todo

un ir vagando a tientas, desnortada,

por diversos paisajes emotivos

persiguiendo su idea peregrina.


Y un perderse en los predios

de la desesperanza.


Hay que tratar de hallar algún consuelo.

Toca volver al rito de enfrascarse

en las evocaciones.


Agridulce,

beso y mordisco, es el sabor de boca

que deja la añoranza.


miércoles, 30 de noviembre de 2022

Los grumos del silencio


 

!Ale hop !

¿ Dónde fue la tersura

de la piel,

aquel pétalo

que solía dejarse requebrar por la aire?


Fue en un visto y no visto...


¿ Qué mirada insidiosa

marchito tu inocencia?

¿ Quién borró tu sonrisa?

¿ Cuándo arraigó en tu ánimo

la semilla del miedo?

Como un hábil ladrón

de dedos codiciosos e insaciables,

nos desposee el tiempo de todo lo que fuimos,

de todo lo que amamos.


Hasta que llega el día en que, sin darte cuenta,

reparas en que ya solo posees

unos manos vacía,

unos ojos escépticos.


En que, a pesar de tantas oquedades

que han dejado las pérdidas,

te pesa el corazón.


Y más que nada abruma

esa mudez del aire detenido

acechando algún eco que disipe

la sensación inmensa

de soledad.


De yerto

territorio asfixiado en su mutismo,

al que nunca conforta

ninguna voz humana.


Llorarías,

si es que acaso las lágrimas sirviesen

para hacer florecer a los desiertos.


Callas

e intentas escuchar, tendiendo redes

atentas con tu oído.


Por si es que todavía

el cielo te concede un último milagro


Por si puedes aún recolectar

de este espacio vacío sin rumor que te envuelve

los grumos del silencio.


Reinventar el sonido

primero,

elemental

indispensable.


Volverte a oír por dentro.

Volcánica




La prudencia,

si es siempre aconsejable,

aún lo es mucho más para el que suele

contarse verso a verso,

asumirse poeta, retratando

su ser y su sentir más personal

usando la palabra.


Me propuse

decir lo imprescindible,

que hace Sol, que el frío

me cerca el corazón,

y que lo ahuyento

cantando a voz en grito añejas melodías

con voz desafinada.


Las generalidades de rigor

con su virtud abstracta de decir sin decir,

cualquier futilidad intrascendente,

todo sirve con tal de enmascarar

la confusión,

las dudas,

los temores

los peajes humanos,

todo aquello

que nace de la entraña y que se incrusta

como astilla en mitad de la garganta.


Luego está lo que lo que arde,

el desamor,

la ausencia, el desamparo,

la traición,

la amargura

la nostalgia...


No puedo callar más, sobre la lengua

la vida me rebulle como un ascua.


Hoy el poema quiere hacerse grito,

para contar con qué fiereza siente

la quemazón mi alma.


Y yo he de ahogarlo...

Una noche más,

solo la Luna asistirá, silente,

al húmedo espectáculo de la eclosión volcánica

de todas mis tristezas.


Luego se hará la calma.


Qué silencio

tan clamoroso puede llegar a haber

nimbando el aire de las madrugadas.

domingo, 20 de noviembre de 2022

El último vencejo (Prórroga)


 

El cielo luce añil y un viento fresco

llega del Norte, sin que su rebufo

consiga disipar el espejismo

de vivir disfrutando una prórroga cálida

de un otoño empeñado

en no quererse ir.


Su triquiñuela

ha engañado al rosal, que reverdece

y una rosa de pétalos anémicos

ufano le regala

a un mundo que presume

 de indiferencia .


En cambio,

a mí la  exhibición de su hermosura

y candidez , me engaña.


Hasta fabulo

que aún es posible que el invierno

se olvide del camino que lo trae

a estas coordenadas,

del modo que lo ha hecho el último vencejo

que por su desmemoria no logrado

volver hasta su casa

y hoy sus alas extiende sobre el aire...


Apenas un momento,

ha durado mi dicha, como suele

en el hogar del triste.


Hay una sombra gris sobre mis ojos

con forma de guadaña.


Me oscurece por dentro tal presagio.


¿ Quién sabe cuántos sueños

dormitan en los brazos de la noche?


¿O cuántas pesadillas,

ocultas en sus pliegues más profundos,

pacientemente aguardan?

Volcánica

 

La prudencia,

si es siempre aconsejable,

aún lo es mucho más para el que suele

contarse verso a verso,

asumirse poeta, retratando

su ser y su sentir más personal

usando la palabra.


Me propuse

decir lo imprescindible,

que hace Sol, que el frío

me cerca el corazón,

y que lo ahuyento

cantando a voz en grito añejas melodías

con voz desafinada.


Las generalidades de rigor

con su virtud abstracta de decir sin decir,

cualquier futilidad intrascendente,

todo sirve con tal de enmascarar

la confusión,

las dudas,

los temores

los peajes humanos,

todo aquello

que nace de la entraña y que se incrusta

como astilla en mitad de la garganta.


Luego está lo que lo que arde,

el desamor,

la ausencia, el desamparo,

la traición,

la amargura

la nostalgia...


No puedo callar más, sobre la lengua

la vida me rebulle como un ascua.


Hoy el poema quiere hacerse grito,

para contar con qué fiereza siente

la quemazón mi alma.


Y yo he de ahogarlo...

una noche más,

solo la Luna asistirá, silente,

al húmedo espectáculo de la eclosión volcánica

de todas mis tristezas.


Luego se hará la calma.


Qué silencio

tan clamoroso puede llegar a haber

helando el aire de las madrugadas.

sábado, 19 de noviembre de 2022

Pasión océanica


 

Debí nacer así, configurada

para ser sensitiva.


Para vivir sintiéndome

la huérfana oquedad que se desvive

por capturar los ecos de todos los murmullos

que pueblan los silencios .


Por eso, a cada tanto,

necesito volver hasta los predios

donde la vida existe

y la palabra

palpita y reverdece.


Nada importa que tenga por costumbre

el hacerlo a costa de nutrirse

de la gota de savia que todavía queda

en mi carne otoñal.


Aunque la blinde

bajo siete armaduras, simulando

distante escepticismo, sé que por ella aguarda

la avidez del invierno.


Podría someterme a la estación

y abrazar aquella austeridad

poco propicia al ánimo encendido.


Podría prescindir de la dulzura

del tacto,

del placer

de la mirada ardiente que anticipa,

del bálsamo del beso.


Podría prescindir hasta del aire.


Pero ¿de qué me sirve renegar

del acento impetuoso, escondido en sus pliegues,

que disuelve mi inercia y le dicta a mi pecho

lo que debe decirse?


Por no escuchar su voz

de sirena dispuesta a ensimismarme

en su mundo ilusorio,

hoy no voy a tapiarme los oídos.


Nada me libra ya de naufragar

en los mares del tiempo.


Y si es que toca ahogarse, pues qué lugar mejor

que aquel que te permite disfrutar

tu pasión oceánica,

largamente negada y  escondida.


Que mi suspiro último

me encuentre buceando entre los versos.