martes, 8 de mayo de 2018

Doña Oca



Doña Oca Blanca tenía
mal genio , no era su día...

Pero es que, con empatía,
poneros en su lugar...
Si es que era un no parar...

La mueven sin miramiento
más que a hoja seca el viento
desde el molino al lagar
y de aquí al ayuntamiento
o al puente, que con tirar
y contar
uno, dos, tres,
! Hurra!, una oca
y tiro porque me toca.

!Otra vez, vuelta a empezar!

Y ya está bien, ya no aguanto
esta marcha, !vaya espanto
de trabajo!
! Y sin cobrar!

Se dijo, y de esta manera
sin pensárselo: “Me planto
en el sindicato obrero
hoy mismo de una carrera
y me tendrán que escuchar “

Solo quiero,
como todos, que me den
aquello que es mi derecho,
que de laborar provecho
saque ,que me paguen bien
y que pueda descansar,
-que eso a nadie le hizo daño-
cuatro semanas al año
y las fiestas de guardar.

Y le dieron la razón..
que trabajar a destajo
y sin ver ni un mal eurillo ,
no es trabajo
es sumisión
a la vil explotación
que en cuanto tiene ocasión
del otro hace el más pillo.

Solo había una objeción
que poner , y es ¿ Quién haría
su trabajo en el tablero
 con idéntico salero
y con la misma alegría?

Pero ella para todo
tiene una solución
y dijo con decisión:
Yo sé ya el modo
de salir de este embolado,
que contraten a un lenguado
y digan:” de pez a pez,
me toca y tiro otra vez”
o bien a un lindo bonito
y digan: “porque he sacado
este pez , tiro y repito”.

Por fin todo está arreglado,
de inmediato han contratado
a dos patos diligentes
para que sean de suplentes
de Doña Oca, que está
muy contenta, porque ya
ha ganado esta partida,
cumpliendo sus ilusiones
de disfrutar vacaciones
por vez primera en su vida.

Y se ha marchado al Caribe...

Desde sus playas escribe
sus postales
y con palabras cordiales
nos cuenta que aquí se vive
requetebién, que devuelve
sus antiguas credenciales
que renuncia a ser la Oca
del “tiro porque me toca”.

Que se quiere jubilar
y que no vuelve....
en la vida a trabajar,
podeís jurarlo,
!!Ni loca!!!

Craquelada




Y ahí,
en algún lugar
de un pecho descuidado y sorprendido,
un algo se rompió,
sintió el sollozo
del cristal al quebrarse,
noto el mordisco de las astillas rotas
buscando hambrientas carne fresca en la hondura
de su fragilidad.

Sufrió el tormento
abrasador de hielo derretido
que fue alud vaciándose a mansalva
sobre su corazón
y agotando de golpe los impulsos
de correr de su sangre.

Luego
todo se hizo costumbre...

Suelen decir que el tiempo
nos curas las heridas,
todas,
las incontables tajaduras
que el roce de una piel sensitiva en exceso
contra otra piel sensible
y el paso de los días nos procura.

Dicen...

Pero es mentira.

Únicamente las maquilla un poco.

Y las va endureciendo con una fina pátina
de mansedumbre y conformidad.

Hoy incluso
habrá alguien que diga que hay un algo hermoso
en la realidad atormentada que guardas a recaudo,
como en una vitrina,
en el vasar más íntimo del alma.

Que no hay obra de arte
tan primorosamente craquelada.