Nos
dieron este don.
No solo
ojos
para
ver el hechizo que sobre el cielo escancia
el sol
cuando se oculta,
no solo
oídos
para
escuchar la magia de la canción del bosque,
no solo
tacto
para
intentar que pueda ser consuelo
una
piel de otra piel.
No solo
voz, no solo la palabra
que nos
brinda una nueva y más sutil
manera
de tocarnos.
No solo
un corazón
que
late y marca el ritmo
que cuadra al pulso, sino que además
también sabe
sentir .
Y
siente cuando toca.
E
incluso cuando no...
Ser
capaz de atrapar
en la
palpitación desajustada
el
gesto extemporáneo que perturba la atmósfera,
sin
duda es otro modo
de
dejarse enredar por la sorpresa.
Y qué
loco diría que no tiene su encanto...
*****
Nos
dieron este don llamado vida
y ahora
nos toca a nosotros echarle
valor
y
merecerlo.
Vivir
con la
pasión agónica
del
suicida que sabe que le exprime al instante
su
último deleite.
Vivir,
en la
cima del riesgo,
cuando
nadie da árnicas y no quedan muletas,
sin
red
ni
paliativos.
Vivir
haciendo un hábito
del
ejercicio inútil
de
respirar,
que
según nos enseña la experiencia
no
lleva a ningún sitio , a no ser a entregarle
a la
usura del aire , que nos cobra con creces
bien
caros los pequeños favores que nos presta ,
poco
a poco la suma
gastada
de los días.
Vivir
aunque en el pecho
ya no
queden sollozos
y nos
pese el vacío
Vivir ,
aunque
nos cueste.
Vivir
y disfrutarlo,
por mucho que nos duela.