lunes, 23 de octubre de 2017

Estación


Se suceden
fieles a sus rituales y a sus gestos,
sin ninguna excepción, las estaciones.

Sarpullidos de aromas y suspiros
amenizan Abril,
cócteles de ardentías
embriagan los crepúsculos de Mayo,
torbaneras en Julio, tormentas en Agosto,
aguaceros a fines de Septiembre...

Y ahora,
-y dicen que el que avisa no es traidor-
tras la estela brumosa de las últimas garzas
ya suenan embotados en rumores de frío
los pasos de Diciembre.

Quiere su ceremonia que el aire se embalsame,
que la luz se entumezca,
que los pulsos del mundo se queden suspendidos
y que tú te sometas al apoderamiento
de la frugalidad.

No sirve maldecir
no sirve rebelarse ...
prepara tus capotes
y tus mejores armas forastero,
esos cúmulos
de pétalos marchitos disecados ,
esos álbumes
de fotos amarillas ,
ese montón de discos de vinilo
en los que voces rotas de acento aguardentoso
cantan a la traición y la derrota.

Ese arsenal de versos destilados
desde al alma doliente de anónimos amantes,
de poetas malditos,
que inevitablemente
hablan de desamor y soledad ...







Testigos


Abandonados en la piedra fría

languideciendo están los crisantemos

y son en su mudez los más extremos

tropos que exaltan la melancolía.


Aunque sus pétalos se juramentan

para no divulgar sus deterioros

hay una conjunción de meteoros

que al aire día y noche los avientan
 .

Otro tiempo mejor han conocido

antes de que una mano los dejase

adornando la lápida mortuoria.


Pero no echan de menos lo perdido
,
les duele más el que los condenase

a ser carne de triste desmemoria

Mientras


Alguna vez tendrá que amanecer
definitivamente.

Mientras llega la hora
de que el alba decida llegar para quedarse,
avanzo a tientas por esta larga noche
en el que todo son rumores de tormentas.

Mientras,
la vida es siempre un mientras esperanzado y álgido
que no nos da un respiro.

Quiero creer que es
un axioma vital aquello que se dice
de que nunca serán ni tantos ni tan hondos
los daños y los duelos
que nuestra piel , tejida de raso y fortaleza ,
no pueda soportarlos.

Pero no se ve luz al final de este túnel
y hace ya mucho tiempo que , acallados los trinos
de las últimas aves de un crepúsculo agónico
se ha instalado en el aire,
granítico,
el silencio.

Sé que solo me queda
continuar imprimiendo tras de mi paso un rastro
de huellas inseguras
que a nadie salvarán,
pues cuentan que no saben por dónde diablos queda
el resplandor del Norte.

Sé que debo seguir intentando encontrarlo
mientras la fe me asista
y a mis dos pies intrépidos todavía les quepa,
inédita, otra llaga.

Mientras quede camino
y el corazón me aguante.