sábado, 7 de octubre de 2023

Debilidades


 

Como árboles viejos,

a los que la tormenta de la vida

no consiguió abatir,

continuamos de pie, desoyendo el lamento

del tronco carcomido,

intentando hacer gala

de dignidad.


Rogando

que no se pose un pájaro minúsculo

capaz de malograr el equilibrio

de nuestra maltratada arquitectura

y de poner a aprueba

el encaje de ramas.


Conociendo

que más pronto que tarde

los hielos llegan o el viento sopla

y hay algo que se quiebra.


Resulta innecesario

el que el aire conozca ciertas debilidades.


Nuestro pudor impone

que por mucho que mane de la herida

a raudales ardiente desconsuelo,

apenas un crujido

ahogado lo delate.


Malogrado propósito,

pues el dolor obliga

a que aflore, vital y esplendoroso,

nuestro lado más intimo y sincero,

más tierno, más sensible...


Ese que nos expone vulnerables,

sin ningún miramiento, a la intemperie.


 Y que a la vez nos hace más humanos.

Recóndito santuario


 

Contra todo pronóstico,

aún sigue el milagro.


Al modo del incienso,

capaz de irse infiltrando por todos los rincones ,

tu perfume encendido,

a despecho del tiempo y la memoria,

pervive en el altar

que tienes en mi pecho amante y me procura

un espacio benéfico de calma.


Recóndito santuario,

al abrigo de todas las tormentas,

que cualquier ser humano necesita

para sobrevivir a sus catástrofes,

en el que todavía es posible encontrar

un poco de consuelo.


Siento cómo, balsámica,

la remembranza de tu voz me inunda

y suaviza los ásperos perfiles

que a veces la vida esculpe dentro.


Cómo por un instante venturoso

estar vivo no duele.


Y la existencia acaba por sentirse

un peso que resulta soportable.

El secreto de la felicidad


 

Toca echarse a vivir cada mañana

con el primer albor, aunque los ojos

se resistan a abrirse y a seguir

acumulando hastío y decepciones.


Dar un paso tras otro y resignarse

a caminar sobre el asfalto duro

arrastrando un pasado que se añora

y el temor de un futuro impredecible.


Felices las hormigas, que desfilan

por las veredas en que la hierba abunda

en busca de su pan, desconociendo

si  hay algún pie que las acecha en alto.


Que en la noche no miran las estrellas,

soñando que su luz les pertenece.



miércoles, 4 de octubre de 2023

Salomé



Reír es su artificio.

Y hacerse desear, su pecado venial,

exento de malicia

o mixtificación .


Danza

porque quiere seguirle el juego al aire,

que este anochecer tibio de agosto

acude a provocarla

empapado de música y olores.


Ondulación meciéndose en la brisa,

su larga cabellera

atrapa los reflejos de la luz que sucumbe.


El aire se enamora de las dunas

que dibuja su cuerpo.


Y ella lo sabe.


Emplea

sus armas de mujer con eficacia,

no hay un  solo capricho

que no pueda lograr.


Cuando suspira,

su aliento embriagador incendia el viento.


Ruégales a los dioses

que de tu corazón no sienta antojo.


Últimas trincheras

 



Ya ni ganas de huir

-ni ¿ a dónde ? -

te quedan en el cuerpo derrotado.


Contra este tiempo de languidez anémica,

¿ quién puede rebelarse?


¿Y qué podría hacerse

si en estas horas de tribulaciones

y de densas penumbras

se adueñan del espacio los fruitivos

acordes del silencio

y se alambican

los cálices del aire?


Lentamente

se derrumban las últimas trincheras

del apercibimiento

mientras inunda todos los rincones

un vaporoso y trapacero aroma

a flores secas, a penetrante sándalo,

a coyuntura mística,

a intemporalidad.


Y quién le cuenta al alma encandilada

que la  beatitud que sobrevuela

sobre el instante ardiente

es solo un espejismo.


No queda otra salida que embriagarse

con este don de lúdico candor

que hoy se nos regala.


Que dejarse fluir abismo adentro

e irse acostumbrando a divagar

sobre lo inevitable de las pérdidas.


Y a saber que las lágrimas

nunca saldan las deudas con el diablo.


Ni apagan nuestra inútil

sed secular de dicha y redención.


Tan solo por un rato,

 si es que hay suerte,

la amansan.