Busco el consuelo aquí, junto a la grana
claridad vespertina que, a su antojo,
me dibuja al pastel un trampantojo
cuando sobre el cristal se afiligrana
Su ficticio desmadre no es bastante
y aunque simule bien que se desboca
vaciándose en color, jamás sofoca
el temblor de su luz agonizante.
Pero habrá que fingir que del castaño
al negro no se llega, ni se siente
el calofrío de lo ineludible.
Vivir es entregarse a cada engaño
de la esperanza ciega que nos miente
y trasmuta el milagro en lo posible.