Nunca
hubiera pensado
que el
páramo llegara a ser el sitio
ideal
para el lance en que la vida
te
tiende su más pérfida emboscada.
De
pronto, la sorpresa:
En la
mitad del centro geográfico
exacto
del ombligo
delicioso
y perfecto de la nada
rasga
los siete velos y ,desnuda,
se
apresta a seducirnos,
brutal
en su sencilla y lúcida evidencia,
la
verdad.
Nunca
hubo
ni
habrá dónde huir.
Todas
las sendas tienen
las
huellas amañadas
Todo
camino acaba por llevarle
de
vuelta al territorio
inhóspito
que habita en tu interior
donde
de habitual sueles perderte.
No hay
escapatoria,
por
mucho que lo intentes,la frontera
de tu
mundo es tu piel
y tu
universo único la pléyade
de
pequeñas miserias guardadas alma adentro,
que
tanto te acongojan
y que
callas.
Solo un
suspiro puede liberarte
de peso
que te abruma y te sumerge
en el
abatimiento.
Y soñar
que consigue
llegar
hasta la estrella que tus ojos contemplan
a
través del cristal emocionado
delicuescente
y puro de las lágrimas.