Alguna vez
tenía que llegar a reclamarme
el día de los lúcidos.
Hoy sí
voy a mirar de frente,
por fin voy a atreverme a vislumbrar
lo que vale la pena ,
a dejarme
tentar por el peligro
de la vida exultante que deflagra
ante mis ojos secos.
A subvertir la historia y a lograr
que campen a sus anchas en tropeles
las mariposas blancas sobre mis prevenciones.
Porque yo sí que sé
qué color tiene el miedo, pues lo he visto
enturbiarme el fulgor de la mirada.
Astillarme en los labios la sonrisa,
asaltarme el latido, hasta volverlo
una insana cadencia que acongoja
y abruma el corazón.
Porque yo sí que sé
cuánto puede pesar sobre los párpados
un tenue velo de desesperanza.
Voy a mirar de frente,
a buscar
la verdad ,
esa que dicen todos,
que siempre duele y que nos hace libres.
Valdrá la pena desangrarse a cántaros,
llorar sobre las ruinas que contemplas
y redimirte en tus contradicciones.
Y ver cómo amanece
más luminosa y clara la mañana.