miércoles, 20 de abril de 2022

! Vade retro!!


 

! Vade retro!!, no deseo

que te acerques, primavera,

ni quiero oír a mi vera

tu vacuo campanilleo.

Porque ya nada me creo

de ese cielo de ilusión,

con sus nubes de algodón,

que alegres tardes promete

y luego en un periquete

te manda un buen chaparrón.


Tampoco aprecio las flores

que recubren las praderas,

que luego son traicioneras

y nos causan sinsabores.

Empiezas con los picores

y el moquillo en la nariz

y al poco toma un cariz

irritante, que los ojos

te acaba poniendo rojos

y te sientes infeliz.


Pero con ser un coñazo,

no es la alergia lo peor,

lo pésimo es que el amor

se empeñe en echarte el lazo.

Hay quien lo llama flechazo

pero es una estocada

alevosa, ejecutada

con la pérfida intención

de dañarte el corazón

una buena temporada.


Conque no cuentes conmigo

para cantarte alabanzas,

de tus múltiples andanzas

tramposas fui ya testigo.

Por eso, a los gritos digo

! Vade retro!, que me impones,

primavera, sensaciones

que hacen mi vida insalubre.

Mil veces prefiero a Octubre

con sus sosegados dones.

Como lluvia en mi oído


 

En el aire,

abrumado

por su propia impotencia de mostrarse impasible,

no caben ya más gritos.


Es este un tiempo inhóspito

en que el dolor se palpa, omnipresente y sólido,

en que todas las voces

de él se hacen eco

y estallan al unísono.


En medio de este escándalo

¿ Quién puede

recordar las canciones que invitaban

a los pies a bailar,

a latir descuidado al corazón

a echarse a volar, libre de límites,

a la farandulera fantasía.


Si al menos mi cabeza

estuviese en silencio,

en lugar de haber dado en ser la sucursal

de una pajarería...


No sé

si merece la pena continuar empeñada

en mantenerme viva y seguir escuchando

como una granizada estrepitosa

todo el llanto del mundo

y el suplicio perenne

de mi murga obstinada.


Únicamente existe

una férrea certeza que me ayuda

a seguir resistiendo.


Estoy segura, ahí,

en cualquier recoveco de alguna de las vísceras

prosaicas que atesoro

dormita ya, dispuesta a despertarse

cualquier día de estos,

la semilla callada

del germen del milagro.


Que llegará a arrullarme,

como lluvia en mi oído

de rumor primoroso,

la sedante cadencia de algún nuevo poema.

Paisajes pintados


 

Diremos

que ya estamos de vuelta,

que ha sido sumamente placentero

pasear por un valle que hechizaba

un olor de azahares.


Que fue muy dulce el fruto

de todos sus naranjos.


Que ha valido la pena

andar tan extraviados entre sus laberintos,

gastar tantos zapatos.


Callaremos

los guijarros que en ellos se metían,

cómo eran de agudas

las púas de los cardos.


Qué pródiga cosecha

de espinos florecientes,

regados a placer por nuestras lágrimas,

fuimos dejando tras de nuestros pasos.


Diremos que de un modo

oportuno y discreto

una pátina leve deposita el olvido

sobre nuestra memoria

y apenas si logramos distinguir

los retratos reales, muy vividos,

de paisajes pintados.


Diremos

que hoy el cielo es azul,

que abril regresa

a dibujar postales de esperanza

a nuestro alrededor,

que bullen, deseosas

de inspirarnos poemas de amor incandescente,

las musas del Parnaso...


Que todo es un augurio

de un tiempo de sosiego, sin aristas ni sangre.


Incluso ese temblor,

delicuescencia agónica,

de las pálidas luces que a lo lejos vislumbran

tus ojos al ocaso.