sábado, 8 de febrero de 2020

Silencio



Sé que existe un silencio tan sedoso
que te devuelve al útero materno,
el cálido nidal maravilloso,
donde te envuelve el halo de lo eterno.

Otros son el aliento de un invierno
que te roe los huesos sin reposo,
como aquel que adivino en el infierno,
viva mudez de un dios poco piadoso.

Y luego está este tuyo, tan candente
y tan frío a la vez que me condena
a atisbar febrilmente en el vacío.

Por si surge el rumor, por si clemente
tu corazón se duele de mi pena
y su latir escucho junto al mío.

lunes, 3 de febrero de 2020

Presagios y promesas


Rezongan en el aire
bandadas de suspiros
que incendian de rumores insurgentes
las viejas alamedas
y llenan de presagios y aprensiones
el corazón .

De nuevo
ante mis ojos mustios
se marchita la luz
y se deshojan
los últimos destellos de la tarde.

Con qué piedad
van cubriendo las sombras con su manto de orín
el rastro de las huellas
de los pasos perdidos....

Cuando se pone el Sol ,
se ve más claro
el burdo sinsentido que es nuestra existencia.

Todas las rutas van hacia Poniente.

De qué sirve seguir coleccionando
fotos de las ausencias que nos ponen
el alma melancólica

Continuar masticando sinsabores ,
acumulando sobre nuestros párpados
montañas de tristezas.

Hay días en que siento que no quiero
seguir más tiempo aquí.

Me han derrotado el miedo y el dolor

De dónde saca aliento
para seguir cargando con más cruces,
las propias,
las ajenas
un alma tan exhausta...

Estoy ya tan cansada
de bregar con cansancios y fatigas...

Solo queda el consuelo
de pensar que este instante de marasmo y congoja
es la gris antesala de la noche.

De la noche que a todos nos aguarda
con su ceñido abrazo de seda corrediza.

Y la promesa muda
de su quietud eterna.





El día que amanece



Un resquicio de luz
y una guarida
en que sentirme a salvo y recrearme
en la delectación de contemplarla.

Eso es cuanto le pido a la existencia.

Y dejar de tener la obligación
de caminar en círculos,
persiguiendo espejismos , de los que ya me sé
los trucos del atrezzo.

Detenerme a gozar de la tibieza
y la serenidad.

Volver a percibir
como se despereza sangre a dentro
la música durmiente,
esa que al corazón le tararea
la antigua melodía que hace rebroten
marchitas esperanzas.

Solo pido a la vida
un resquicio de luz...

El que unos ojos
me miren con calor...
Y que se vuelvan
los míos , por contagio, más alegres
e incluso compasivos.

Dejar de ver tan gris ,
tan alienante
el día que comienza.