Un
pedazo de cielo,
una
escasa cuadrícula recortada en lo alto
por
donde entra la luz
es todo
lo que tengo para darle color
al
espacio vital en que paso mis horas,
y voy
languideciendo
atrapada
en los brazos de la melancolía.
¿Quién
podría apartar
la
mirada carente de horizontes
de su
señuelo azul?
Y más
desde aquel día, feliz en la memoria,
en el
que descubrí sobre el celaje
la nube
en la que un pájaro de pluma temblorosa
caligrafió
tu nombre.
Un
exiguo paisaje de alegría
en mi
retiro inhóspito dibujó su presencia.
*****
Yo sé
que son pañuelos rebosantes de adioses
esas
viajeras blancas,
que les
prestan los vientos las alas que precisan
para
cruzar el mundo
en
busca de otras tierras a las que bendecir ,
que
deben entregarse,
peregrinas
en pos de lo fecundo
al acto
compasivo de sembrar de fe viva
la cal
de los desiertos
con su
sombra benéfica precursora de lluvias.
Y
también sé de sobra
que las
nubes no vuelven atrás sobre sus pasos
y la
dicha que fue raramente regresa.
Pero
aun así me miento .
Me digo
que algún año....
que si
el solano quiere...
que si
alguna cometa danzarina,
maestra
del enredo, la seduce
y la
trae amarrada a su cintura...
O
cambia el magnetismo...
O la
Luna colapsa.
O de la
devoción con que un instante
alguien
supo mirarla
se
acuerda....
*****
Hoy
solo tengo ojos
para
ese retazo que hay en mi pared
por el
que aún se cuela un poco de esperanza.
Sé
que
rehenes del tiempo, a mi pesar,
se me
irán desgastando,
el
brillo y la confianza en las pupilas
Que
solo tendré lágrimas para oficiar a solas
el
decadente rito de la ausencia.