sábado, 12 de octubre de 2024

Luz versal


 

Y de repente pierde su sentido

cualquier palabra ¿Cuál alcanzaría

para hacerle justicia a la agonía

que hoy atormenta al pecho dolorido?


La voz, que se quisiera un alarido,

que le arrancase al aire poesía

con la que componer una elegía,

se quiebra en un sollozo contenido.


Mejor callar, sabiendo que no alcanza

adjetivo ninguno en la alabanza

ni hay un verbo a la altura de este duelo.


Guardar silencio y mantener la lumbre

del mausoleo, para que así que alumbre

su luz versal eternamente el cielo.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Bocanadas de aire puro


 

Recorrer el camino de la vida

no es algo fácil, eso os lo seguro,

el peaje a pagar suele ser duro

desde el pistoletazo de salida.


En una especie aciaga de conjuro,

cada paso que das guarda su herida,

solo de vez en cuando te convida

a alguna bocanada de aire puro.


Cómo cuando la música resuena

dentro de ti, inspirándote emociones,

y sientes que vivir vale la pena.


Benditos los poemas y canciones

que nos hacen la ruta más amena

y reconfortan nuestros corazones.

domingo, 6 de octubre de 2024

Espejismos otoñales

 




La estación da lo mismo,

cuando pasan los días pero sigue el paisaje

mostrando igual aspecto deslucido y caduco

carente de aquel brillo, que no pueden

prestar mas que unos ojos,

que hoy están

repletos de fatiga, y por ello, inclinados

al ensimismamiento.


Lo mejor es cerrarlos,

permitirse

elegir los colores con que pintas

a tu antojo tu idílico espejismo.


Yo siempre he sido amiga de los tenues

matices que propician el sosiego.


Quiero creer que sigue siendo octubre,

un mes para gozar de los auténticos

y sencillos placeres, como este

de andar despacio por las alamedas,

comprobando que quedan todavía

en los árboles hojas

y cantos anidando entre sus ramas.


O el de sentarse al Sol y abandonarse,

en una suerte de letargo dulce,

animal,

primitivo.


Sentir con complacencia

y agradecimiento

que mi piel sigue siendo sensitiva,

capaz de estremecerse

con la tenue caricia de sus rayos.


Que en mi corazón aún no ha echado

su raíz el invierno.


Si hay que exprimir el néctar

de estos últimos días otoñales

amables, aunque austeros, que la vida

se digna a concedernos,

a la fuerza

hay que cerrar los ojos e inventarlos.


Que para despertar

y para sumergirse en el marasmo

de la grisura y la desesperanza

habrá de sobra tiempo.

Temporales


                                                                        Dime,

¿ acaso no has sentido alguna vez

el rumor intestino que originan

al medrar mis tormentas?


Compactas vaharadas de suspiros,

evocación agraz de los efluvios

de las flores marchitas,

que hablan de sangrante frustración

por tantos y tan tristes buenos días perdidos,

y atruenan el silencio.


Fulgores tamizados

por la delicadeza de los párpados,

capaces de fundir

los casquetes polares,

pero que nada pueden contra el hielo

con que la indiferencia

fue sepultando viejas ilusiones.


Aún así,

no hay nada que temer,

no oraré con fervor para que abra

sus compuertas el cielo sobre nadie,

no anida en mí la furia,

fruto de la impotencia,

ni me mueven

el afán de revancha y el despecho,

solamente me invade

una inmensa tristeza.


En mí empieza y acaba

este mal sin remedio...


Se trata solamente de dejar

que la fatiga acabe por rendirte

y el tiempo haga su parte.


Lentamente,

en mansos temporales de lágrimas furtivas

se acaba diluyendo.