Y de repente pierde su sentido
cualquier palabra ¿Cuál alcanzaría
para hacerle justicia a la agonía
que hoy atormenta al pecho dolorido?
La voz, que se quisiera un alarido,
que le arrancase al aire poesía
con la que componer una elegía,
se quiebra en un sollozo contenido.
Mejor callar, sabiendo que no alcanza
adjetivo ninguno en la alabanza
ni hay un verbo a la altura de este duelo.
Guardar silencio y mantener la lumbre
del mausoleo, para que así que alumbre
su luz versal eternamente el cielo.
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