Días de soledad, llenos de tedio,
rosario impenitente de las horas
donde llegan puntualmente al asedio
imágenes que son devastadoras.
Miradas, gestos, risas, que atesoras
como lo más valioso de tu predio,
sombras vagas de ayer, que tanto añoras,
son tristeza presente sin remedio,
No es que duela el dolor, es que la vida
acaba convirtiendo en una herida
cada instante feliz, que hoy es ausencia.
Y, aunque a fuego de amor quedó tatuado,
preferible es fingir que se ha olvidado,
por puro instinto de supervivencia.
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