Ya no quiero seguir , el manso río
caliente de mi sangre esta cansado
de correr por correr desorientado
en la mitad de un páramo sombrío.
Bajo el cantar risueño y sosegado
que entona su corriente, anida el frío
de los limos del fondo y el hastío
del que huye y no llega a ningún lado.
Siento la tentación de detenerme,
para el desfallecido es placentera
la agrisada visión de lo que duerme.
Pero algo me empuja a que prosiga,
y es que , a veces, qué bella es la ribera
thecnicolor que Mayo nos prodiga.