jueves, 22 de diciembre de 2016

Pura paradoja




Tendrás que acostumbrarte a mi manera 
de decir y callar, de ser ladina
vestida de satén, de estar mohína
mientras que tarareo una habanera.

Al amargor que tiene la quinina
de mi risa infantil, a con la fiera
de mi llanto bregar,a que te hiera
el contacto rasado de mi espina.

Tendrás que adivinarme en el reverso
de mi media verdad, o en la mentira
a medias con que adorno cada verso.

Pero si es que pretendes los cerrojos
que me guardan burlar, tan sólo mira
lo que te estoy contando con los ojos.

Aromas


Me aficioné al olor que desprendía,
a canela con clavo y aguardiente, 

las tardes de un verano incandescente 
al fundirse tu piel sobre la mía.

Me estoy acostumbrando todavía
al insidioso rastro impenitente 

que deja la rutina en el ambiente 
a flores muertas y a melancolía.

De lo que aún no logro hacer costumbre
es del efluvio, pálido y silente,
que al aire y a la luz vuelve orfandad.

Me corroe por dentro como alumbre
este letal, impío, omnipresente,
acostumbrado aroma a soledad.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Jardín inglés




Yo nunca he pretendido apoderarme
del cáliz de la dicha obligatoria
y beberme devotamente a sorbos
hasta el fondo las heces de su hastío.

Ya ni siquiera hay que llamarse a engaño.

La Luna
con su mortaja de papel de plata
es un ahogado más en el estanque
donde flotan las carpas y se pudren
los nenúfares con tal de no aburrirse.

El jazminero es sólo un trapantojo
y a los pavoreales engolados
ya se les ve el plumero

Todo es efecto de guardarropía
que oculta lo perverso del propósito.

¿ Quién puso los barrotes
que blindan este absurdo paraíso
sólo apto para estúpidos y ciegos?

Allí afuera
la tentación del páramo es reclamo.

Una promesa implícita
de austeridad candente y libertaria
para la boca que se quiere grito,
para las piernas que aborrecen límites,
para el vientre reseco al que le caben
cuarenta hijos bastardos,
para el furor del corazón que aspira
a cien cismas,a un millón de hogueras,
a un número infinito
de estrafalarias muertes anunciadas
que lograrán hacerlo indestructible

El ángel
de los ojos vacíos y la sonrisa ausente
me señala el confín de mi horizonte
con su gladio de hielo.

En el banco de piedra,
junto al parterre de las nomeolvides,
debo esperar sentada mi destino.

Jardín inglés, lujoso mausoleo,
doloroso esplendor en decadencia,

Silencio y soledad que bien se guardan
tras tu verja alambrada y tus cerrojos.

Tormenta en un vaso de agua


Se gestan sordamente los ciclones
en un lugar del pecho y la tormenta,
grávida de furor, crece y revienta
colmada de emociones.

Refulge un brillo azul que hace jirones
la paz de la pupila y se acrecienta
un rumor denso y hosco que apacienta
oscuros nubarrones.

El destapar la caja de mis truenos
-Ya sabéis , mucho ruido y pocas nueces-
no consigue dejarme muchas veces
los ojos más serenos.

Que únicamente alcanzo a sosegarme
cuando consiento al fin en diluviarme. 

Incoherencia


! Qué  incoherente es la Naturaleza!
Esculpir en tu hombro el hueco exacto
para que sin sentir se avenga a un pacto
con la reclinación de mi cabeza...

Derramar bendiciones sobre el tacto
de tu mano , escanciada con largueza
sobre mi piel con tal delicadeza
que hace perfecto y mágico el contacto...

Enseñar las cadencias del apego
a mi pulso , y al tuyo las canciones
que son el leitmotiv de mi sosiego...

Y después, desdiciendo sus razones,
consentir que renuncien a ese juego
de latir a la par los corazones. 

martes, 20 de diciembre de 2016

Ambición


Suspiro en su ambición es cada fibra.

Crujido cada hueso en su aceptada
liturgia del quebranto .

! Qué alto queda el cielo,
quién se niega
el placer del poderlo conquistar!


Renegar de tu origen
mineral y marino.

Repudiar tu infinita
colección de miserias entrañables

No hay sal
para sanar la llaga tan vorazmente ubicua
de tanta vacuidad.

Febrilmente se afana
por ser fuego la piel.

Huele al fin
como a vara de incienso que se ofrece
en el altar de un sueño incombustible
a suavidad en celo,
a dulce incandescencia.

A carne transcendida,
heraldo crepitante que preludia,
el gozo de su éxtasis.

Al ansia
por someter a espíritu y  materia 
a la elipsis total,
por asumir
que incluso ser ceniza nos impide
gozar de lo más puro y más irrenunciable.

A la aceptación serena de que ahora
 sí que es ya inminente la hora del eclipse.

Postrimería oscura que anticipa
el placer de fundirse íntimamente
en quietud y en silencio con la nada.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Tragicomedia homérica



Qué dichoso fue Homero
que escribió la epopeya que debió, por la fuerza,
vivir y sufrir otro.


Hay días que amanecen para nada...

Para volver de nuevo a la rutina
del paso sobre el paso,
de la senda trillada por la senda,
que nunca nos conduce
a la felicidad.


Para enristrar con tedio sobre sus coyunturas
largas horas vacías de sentido,
en que insistir en la liturgia infame
de la sonrisa hueca que maquilla
el gesto de cansancio ,
el rictus de dolor.


Hay tardes de crepúsculos sin magia
que ni siquiera son un grito cárdeno,
con que clamar, pidiendo al cielo cuentas
de su indefinición.


Hay noches hoscas
que hacen gala de un cielo trajeado
de  luto riguroso,
en donde se diría que se han puesto
de huelga las estrellas
y  se niega  la Luna
a prestarnos su luz para soñar,

Hay semanas, hay meses...
...hay años , hay decenios
que pasan sin dejar rastros al  uso,
muescas que necesiten redención
sobre tu alma oscura ,
apenas se concretan en un brillo
de tristeza animal,
desencantado,
celando la mirada y dejando en la boca
un poso de amargor.


Hay siglos que no estamos para más
hazañas que las justas.

Y es  entonces,
cabalmente es entonces,
cuando la vida exige con apremio
que el corazón se infecte con la larva
de la codicia por llegar a ser
el dueño de un latido capaz   de imaginarse
canción incorruptible.

Que luego la glosemos,
tal cual,
tragicomedia
de nuestra condición,
que escribamos a pulso, ignorando la náusea,
con nuestro propio vómito si es que fuera preciso,
nuestra particular,
absurda,
resignada,
patética odisea.

El paso tras el paso,
sobre el polvo se imprimen las rutas del olvido.

Esas predestinadas
a seguir por caminos circulares
tras las huellas confusas que conducen a Ítaca.

Sabiendo a ciencia cierta
que ese lugar no existe

Y que , además, no importa...

Pues, de estar en los mapas de los rumbos vitales,
tú nunca has de llegar.


























Maremagnum


Qué arduo es encontrar un buen abrigo
en este maremagnum sin medida
que, por simplificar, llamamos vida
que no sea la hondura de mi ombligo.

Cómo agota bregar con la sabida
contradicción de ser, me, mí ,conmigo,
naufragio en soledad, piel que mendigo
la espuma  de otra piel embravecida.

¿Y qué puedo perder, si hecha pedazos
zozobra mi esperanza ? Aun siendo escasa,
apuesto mi ilusión contra mi suerte

Sueño que al ver el puerto de unos brazos
sepa mi corazón que llega a casa.
Poco importa que luego llorando me despierte.


.











domingo, 18 de diciembre de 2016

Travesuras


Tengo un pájaro chico que tirita
dentro del pecho, única criatura,
híbrido de  emoción, de pluma oscura
y musicalidad, que al mimo invita.

Le gusta preocuparme y a la chita
callando se silencia, configura
mi seno maternal en sepultura
y finge que no siente ni palpita

Yo nunca sé si esa travesura
es verdad o mentira, porque imita
con perfección lo yerto y su textura.

Pero puedo jurar que todo albura
es la luz cada vez que resucita
y escancia sobre el aire su voz hecha ardedura.

Cerrar el círculo




Cazar al vuelo
la magia del instante en que el aire tirita
y se vuelve suspiro,
a imitación de un pétalo herido  por la escarcha.

Exprimirlo a conciencia hasta que entregue
su esencia y su secreto
 y a su costa
escribir un poema.

Luego cerrar el círculo
y sin titubear
con gozosa emoción  entregárselo al viento.