domingo, 7 de abril de 2024

El Día de la Marmota

 


Cada día es igual,

el mismo esfuerzo ingente

de tener que intentar abrir los ojos

a un mundo que aún sigue

girando, como ayer, enajenado,

cargando a sus espaldas un enorme hormiguero

de seres afanados e infelices.


Y tener que mirar

de frente tus problemas.


Comprender que eres solo

una más que no importa,

a la que nadie habrá de echar en falta

cuando caiga la tarde.


Pero que, aun así, esperan todos

que seas esa Roca del Milagro,

fuerte e inconmovible,

lo mismo que el acero inoxidable,

y a la vez te muestres

encantadora, tierna y sensitiva.


Me hacen percibir

que debo de afrontar, al descubierto,

sin ninguna anestesia, los embates

feroces de la vida,

sin quebrar en las pérdidas,

ni llorar en los duelos,

sin abatirme ante los fracasos

ni derrumbarme ante las derrotas,

llevando siempre la sonrisa puesta.


Sin que nadie

se haya molestado jamás en preguntarme

si es que puedo.


O si quiero.


Porque no me resulta ya nada divertido

el fatigoso viaje circular,

que sé bien que no lleva

hacia ninguna parte.


Dan ganas de gritar:

! Que pare ya este absurdo carrusel!

que yo quiero bajarme!

Entomología



Apenas si recuerdo vagamente

ya desde dónde vengo.


Y eso que he tratado de esforzarme

al andar los caminos, señalando mi rumbo

con hilachas de mí,

que a base de abrasarme en el instante,

van dibujando a fuego un mapa mudo,

y quedan adheridas

en espinos y piedras.


Igual que un entomólogo,

hechizado

por el roce ligero

de unas alas de seda ,

que sigue sus derrotes, pues pretende

llegar a hacerlas suyas 

e imperecederas,

yo atrapo los momentos

-ya se sabe

lo frágil que es el tiempo,

cómo vuela-

Da lo mismo

si son o no sublimes,

todos tienen

un algo que merece celebrarse.

todos llevan implícita en su esencia

la condición de únicos.


Por eso yo les rindo mi homenaje

de admiración y reconocimiento.


Y, queriendo guardar intacta la impresión

fugaz de su belleza,

hago el intento vano

de dejarlos grapados toscamente

sobre la frágil piel de la memoria

en forma de poemas.


Qué gran acto de fe

-o acaso de mayúscula estulticia-

creer que algún futuro,

que no sea el del polvo y el olvido,

les espera.