viernes, 14 de enero de 2022

Ejercicio de prestidigitación


                                                         Es extraño,

me miro en los espejos

y a pesar de encajar los sabotajes

que me obsequió la vida,

aún me reconozco


Es ante la presencia

cercana de los otros cuando siento

que soy de vez en vez

un ente que no está bien ubicado,

algo menos real,

mucho más vulnerable.


Me urge encontrar una manera

de zafarme del foco que me abruma

e intento un ejercicio

virtuoso de prestidigitación.


Oculta tras los tules

de mi verdad desnuda

y armada de cinismo,

ser y no ser,

estar y evaporarme.


Dejar pegado al suelo

lo prosaico que el mundo esperaba de mí

y evadirme  sin ruido hacia un espacio

de concreción e intemporalidad,

llevándome la esencia

humana que me inspira.


Poderme declarar sin discusión

un ser pleno, vital, despreocupado

que se siente feliz.


Y durante un instante,

acaso

incluso

libre.

Hacer mi Agosto

Nacer en la estación en que la escarcha

se empeña en adueñarse de tu aliento

y en anublar el brillo de tus ojos

no te aboca existir entelerido.


Es mayor infortunio

no encontrar en el nido el calor necesario.


Y aun así se subsana,

pues se impone

el ser sobreviviente.


Acabas habituándote

a los amaneceres desvaídos,

preludio de los días sin flores en tu alféizar,

y te vas resignando a ver pasar la vida

a través de cristales empañados.


No hay más que aclimatarse,

aprendiendo a ponerle buena cara al mal tiempo,

a exprimirle su gota de dulzor al instante

y a cantar mientras a la llueve.


Permitir que lo gélido te cale demasiado

no augura un buen futuro.


Nací en pleno invierno,

pero nunca dejé mi corazón

a la merced del frío.


Tampoco del silencio.

Este silencio

de ahora, que cautiva el aire y me recuerda

la verdad,

mientras doy

pasos sobre la nieve.


Sé que serán mis huellas

fugaces,

destinadas

a quedar sepultadas bajo el blanco

sudario del olvido.


Pero quién me prohíbe

soñar con que contemplo las estrellas fugaces

bajo un cielo de Agosto incandescente.


O escribirle  sin  pizca de recato

patéticas baladas

a la espectacular  Luna de Enero.


 

Fantasmagorías




Siempre observé a los pájaros

con mirada de envidia.


¿ Quién sembró en mis adentros

esta ambición de azules

y me negó las alas?


Hube de conformarme

con fantasmagorías.


Es un consuelo exiguo

imaginarse el vuelo majestuoso

de un águila imperial,

proyectando las sombras de tus manos

en alguna pared.


Pero los años pasan

y las penurias crecen.


Hoy  no quiere otorgarme más treguas el crepúsculo

y la noche se adensa.


¿ Dónde hallaré  penumbras

que me permitan seguir aleteando,

cuando apenas recuerdo

cómo era la luz?


Y ya he quemado todos

los despojos de mi alma.