lunes, 18 de abril de 2016

Decisión


Se nos fueron marchando los gorriones...

Huérfanas de sus  trinos diminutos,
se nos fueron quedando en la indigencia
de    descaro, de gracia  y ternura 
las  avenidas y las  alamedas
de nuestras ya  cetrinas , imposibles
e inhumanas  ciudades.

 Rebujitos de plumas,
graciosos saltimbanquis ,
expertos   en buscarse la vida rescatando  
migajas  por debajo las mesas 
de todas las terrazas 
y en driblar ágilmente  entre las piernas
siempre con prisa de los urbanícolas,
seguramente
se acabaron cansando
de  andar merodeando en las aceras,
de  tener que saltar sobre  el cemento
hirviente en pleno Agosto,
añorando el mullido contacto de la hierba
y  grácil granujeo  con las flores.

Terminaron sintiendo  que no les sale  a cuenta
que brillos de neones y semáforos
no dejen disfrutar como se debe
del  mágico esplendor de las estrellas.

Se nos fueron marchando los gorriones.

Sensata y sabiamente han decidido
dejar nuestras espacios torturados
y regresar allí donde la tierra
todavía palpita
y el  agua aún no está domesticada
y canta como loca
cuando baja brincando entre las piedras.

Estas son cosas simples , que no cambian 
el curso de los astros ni nos libran
 de afrontar nuestra suerte,
 pero alegran
las vidas simples de los seres vivos.

Yo también tengo un corazón de pájaro
yo también puedo oír
cómo me solicita la querencia 
de mi instinto animal que a gritos pide
que recuerde
que solo soy un amasijo burdo
de polvo y agua,
que me pare y sienta
como exige volver a sus orígenes
la compulsión más honda de mis células.

Cualquier día de estos 
voy a liarme la manta a la cabeza.

Voy a volar allí donde me lleve
el aire.
Donde mi vocación revolotera
pueda dar rienda suelta a sus anhelos.

Donde un presentimiento hecho temblor me diga
que vivir al compás de lo sencillo,
tumbada bocarriba ,disfrutando el instante,
buscando sobre el cielo aquella estela
 del cometa que lleva nuestro nombre
 donde los sueños no son  imposibles,
no es una locura que no tiene futuro.

Que respirar aún vale la pena.











domingo, 17 de abril de 2016

Veintinueve segundos



Tarde...

Yo siempre llego demasiado tarde
a las citas valiosas
que me oferta la vida.

No sirve  que adelante mis relojes,
persiguiendo una nube   con vocación viajera
se me va el santo al cielo.

Veintinueve segundos
suelen confabularse en mi contra
y yo nunca consigo
 descifrar el misterio de mis limitaciones

Por mucho que me invente
alas para volar detrás del arco iris,
él siempre  se me escapa.
Prefiere disolverse  exangüe y sin memoria
de cómo lo enervaba  hasta el  delirio
desnudarse al contacto de  una gota de lluvia,
antes que regalárseme

Si busco amaneceres al borde de la playa,
me encuentro administrando 
la luz de algún crepúsculo.

Cuando intento bailar la canción del verano 
 siguiendo el ritmo  de las amapolas,
antes  de que la música se inicie
ya están segados todos los trigales.

Veintinueve segundos, 
 diez suspiros
donde encuentran mis sueños su mortaja.

Pues más que nada llego con retraso
a apuntalar la hora  del derrumbe
 de los cimientos de aquello que más quiero,
veintinueve fatídicos segundos.

El tiempo y mi destino comparten  sus  enigmas.

La única certeza
es que  los  infinitos absolutos 
y mis derrotas mínimas 
gravitan por igual absurdamente  
sobre lo relativo.

Veintinueve segundos llego tarde

O treinta siglos antes ,acaso.

¿ Quién lo sabe?