a nuestras puertas llama ese jinete
sobre rojo corcel, que nos promete
miseria y mortandad.
Por el mundo campean sin piedad
el que impide que el plato se replete
y un último en reinar, que puso en brete
nuestra fragilidad.
¿Para cuándo los ángeles que llegan
y al tocar las trompetas que sosiegan
nos recuerdan hermanos?
O en su defecto, oscuros leviatanes
que en los abismos sean los guardianes
de esta horda le locos que somos los humanos.