Fotos
amarillentas,
cromos
viejos,
los
pedazos
de
alguna carta rota,
medallas
de latón algo oxidadas,
algún
que otro vinilo,
un
llavero
con
llaves que hoy no sirven
para
abrir puerta alguna,
un
cojín
que es
un corazón...
y poco
más nos queda
en el
viejo baúl de la memoria.
Minucias...
cachivaches
de un
tiempo pasado
que el
tiempo fue cubriendo
con un
velo de polvo.
Y es
mejor...
Porque
,¿quién necesita
volver
a cada paso a los lugares
en los
que agazapada espera,
destilando
suavidad y veneno
la nostalgia?
Luego
están esos días
de
languidez y lluvia ,
de luz
desmadejada , en los que el alma siente
que
allí,
y solo
allí vale la pena
perderse.
Venderse
al mismo diablo,
beberse
hasta los posos de ese cáliz
de la
melancolía.
Y
voluptuosamente
dejar que nos embriague
su dulce remembranza .