Estoy
mirando y solo veo música.
Es
música la luz que me despierta
y me
hace levantarme
y me
impulsa a vivir como si fuera
el día
lo que es: ese regalo
que el
que ha vivido mucho tanto aprecia.
Y es
música el sosiego sin fisuras
que
hace que me duerma
en brazos de los rítmicos runrunes de la noche
tranquila como un niño
y es
pura y dulce música el paisaje
sin
resabios ni aristas con que sueña
mi
corazón en paz.
Estoy
pensando
y todo
es melodía en mi cabeza,
un gran
caleidoscopio musical
en
donde toman forma las ideas
haciendo
un maridaje
de
magia y raciocinio,
en
una delicada
y
lúdica armonía,
de
silencios , matices y cadencias
mostrando
que es posible lo improbable,
que no
existe poética
más
impecable ,hermosa y sensitiva
que la
que se concreta en un teorema
que
vive y se alimenta de los pulsos
de
negras y redondas
de
blancas y de tímidas corcheas.
Estoy
sintiendo
y toda
conmoción
del
sentimiento que me zarandea
acaba
por volverse un latido en la sangre ,
una
palpitación que forcejea
por
ser un cosquilleo urticante en los labios,
hasta
que de improviso canturrea
lo que
le dicta la coloratura
de su
naturaleza.
En un
bolero
el
adiós y el olvido.
la
nostalgia en un fado,
el amor
envolviendo una balada ,
en
un tango el despecho,
la
alegría
en una
sinfonía pregonera.
Palpo
,
huelo
,
percibo
como
notas de amizcle que penetran
al
fondo de mi alma , sorprendiendo
su
condición ingenua.
Demostrando
que la
vida no es tan mala pécora
como a
ratos parece,
que
a veces nos malcría
y
hasta se desnuda y muestra ante nosotros
a
través de la música
su
verdad más espléndida.
Redimiéndose
de ser
tan doloroso desatino
en
esos armoniosos , intensos e impagables
instantes
de belleza.