Detrás
tierra quemada,
por
delante
incertidumbre
y polvo
Sombras
que arrastran fardos invisibles,
desterrados,
condenados
por no se sabe quién
a
tener que vagar eternamente
por un páramo inmenso
sembrado de tristezas y cenizas.
Nunca
será bastante riguroso el castigo
para
toda la culpa
que
dentro acumulamos.
Porque
jamás se apiada
un
reo de miserias ,
mendigo
del afecto y la empatía,
de
otro reo,
cuando
ni se consiente
a
sí mismo mostrar ningún vestigio
de
su fragilidad.
En
una exhibición innecesaria
de
crueldad infinita decretamos
desterrarnos del mínimo consuelo
que
a un ojo le supone conocerse
fulgor
en otro ojo.
A
un corazón saber
que
hay otro que late
intentando
ajustarse a su latido.
Mírame
y no me dejes
que
haga sola el camino bordeado
por
ribazos sin pájaros ni flores,
que lleva hasta el crepúsculo.
Ese,
que ,lo sabemos, antecede a la noche
del
destierro total,
cuajada
de negruras y angor definitivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario