lunes, 5 de febrero de 2018

Ausencia


Fue en Mayo ,
en ese mes
que para mí fue siempre el de las rosas
y desde entonces solo es el tuyo.

Felizmente
llegaste hasta nosotros
como quien trae un regalo inestimable,
envuelto con primor, entre sus manos.

No traías un pan
sujeto bajo el brazo, pero tu obsequio era
igual de nutritivo

Trajiste la alegría
prendida a tu sonrisa iridiscente
y asomaba en tus ojos
una estación de flores y jilgueros.

Esas invitaciones invisibles
de seguir disfrutando de las pequeñas cosas
de las que se alimenta nuestro espíritu.

Un modo de obligarnos
a aferrarnos con un nuevo vigor
al clavo abrasador de la esperanza.

Creímos que aún
quedaban estaciones en que sentir la dicha
de gozar como niños atrapando el secreto
del tiovivo y la lluvia,
de la espuma y la sal,
del Sol y las canciones.

Entonces no sabíamos
que tú, siendo inocente,
estabas destinada a ser en nuestras vidas
otro nuevo dolor ,
silente y resignado.

Sin remedio.

Insufrible.

Metáfora grabada en carne viva
de lo que es la ausencia






No hay comentarios:

Publicar un comentario