Siempre observé a los pájaros
con mirada de envidia.
¿ Quién sembró en mis adentros
esta ambición de azules
y me negó las alas?
Hube de conformarme
con fantasmagorías.
Es un consuelo exiguo
imaginarse el vuelo majestuoso
de un águila imperial,
proyectando las sombras de tus manos
en alguna pared.
Pero los años pasan
y las penurias crecen.
Hoy no quiere otorgarme más treguas el crepúsculo
y la noche se adensa.
¿ Dónde hallaré penumbras
que me permitan seguir aleteando,
cuando apenas recuerdo
cómo era la luz?
Y ya he quemado todos
los despojos de mi alma.
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