domingo, 6 de octubre de 2024

Espejismos otoñales

 




La estación da lo mismo,

cuando pasan los días pero sigue el paisaje

mostrando igual aspecto deslucido y caduco

carente de aquel brillo, que no pueden

prestar mas que unos ojos,

que hoy están

repletos de fatiga, y por ello, inclinados

al ensimismamiento.


Lo mejor es cerrarlos,

permitirse

elegir los colores con que pintas

a tu antojo tu idílico espejismo.


Yo siempre he sido amiga de los tenues

matices que propician el sosiego.


Quiero creer que sigue siendo octubre,

un mes para gozar de los auténticos

y sencillos placeres, como este

de andar despacio por las alamedas,

comprobando que quedan todavía

en los árboles hojas

y cantos anidando entre sus ramas.


O el de sentarse al Sol y abandonarse,

en una suerte de letargo dulce,

animal,

primitivo.


Sentir con complacencia

y agradecimiento

que mi piel sigue siendo sensitiva,

capaz de estremecerse

con la tenue caricia de sus rayos.


Que en mi corazón aún no ha echado

su raíz el invierno.


Si hay que exprimir el néctar

de estos últimos días otoñales

amables, aunque austeros, que la vida

se digna a concedernos,

a la fuerza

hay que cerrar los ojos e inventarlos.


Que para despertar

y para sumergirse en el marasmo

de la grisura y la desesperanza

habrá de sobra tiempo.

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