Siento la escorrentía del tiempo entre los dedos
como el ardor furioso de una escocedura
en las profundidades del alma, que apresura
el latido en el pecho y despierta sus miedos.
Después de patearme tanta ruta insegura,
del error a la pérdida, a base de denuedos,
ahora, que ya casi soy dueña de mis credos,
es muy triste pensar que acaba la aventura
Con la voz sin tapujos que obsequia la experiencia,
a los gritos proclamo que me falta otra vida
-o dos- para que pueda considerar cumplida
alguna de las metas que animan mi existencia.
Pero por mí excepciones no hará la Providencia,
mejor es ir pensando alguna despedida...
No hay comentarios:
Publicar un comentario