Es cierto lo que dicen,
siempre se antoja breve.
Pero, aun así, ya pesa
sobre la arquitectura de tus huesos,
la vida,
esa esforzada travesía.
Querer amenizarla
soñando ser gaviota.
Y descubrirte garza
que ha perdido su brújula.
Navegar entre azules presentidos
a través de la bruma.
Escrutando los ritmos del silencio,
por si escuchas la voz de una sirena,
y oír unicamente los latidos
del propio corazón.
Ser isla y ser naufragio...
Y que te abrume
seguir sintiendo aún, carnes adentro,
tanto amor por el mar.