jueves, 6 de octubre de 2022

Novelerías.



Un cielo encapotado.

Un día triste

en que sobre el cristal la lluvia va escribiendo

lacrimosos mensajes jeroglíficos,

que solamente auguran angor sobrevolando

sobre otra noche insomne.


Unos ojos que apenas si consiguen

encontrar un lugar  donde posarse,

sin quedar impregnados fatalmente

del invisible polvo de tristeza

que todo lo inficiona.


Tabla de salvación,

sin hierro ni peaje a la que asirse,

 parece el anaquel, cuántas historias

como pudieron ser, encapsuladas

y a salvo eternamente,

reposan sobre él .


Novelerías

que se dejan leer y nos evaden,

en las que casi siempre

- llevando la contraria a la costumbre-

termina todo bien.


Es pura inercia

lo que mueve mi mano, siento cómo me llaman

irresistiblemente.


O acaso es la cordura

que nos dicta el instinto

de huir de todo aquello que nos daña.


Hoy prefiero vivir imaginando

los gozos y las sombras,

las pasiones

de la vida de otros.


Y así no tener tiempo

para llorar mi vida.

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